August 03, 2009
34 de summertime 2009
Querido diario:
Lo de hoy ha sido increíble. Me bajo a casa de mi hermana a regarle las plantas porque tiene el jardín hecho una pena, es lo que tiene irse de vacaciones tantos días y darle fiesta también al mayordomo, que alguien tiene que hacer sus funciones. Desenrollo la manguera, riego los cactus, remojo las begonias, las petunias, las orquídeas... quito las hojas secas que flotan en la piscina. Una paliza que ni en mi casa, suponiendo que tuviera jardín, que es mucho suponer, me daría.
Para recuperarme de tamaña paliza me he acercado al refrigerador y me he servido, con permiso de los señores de la casa, una horchata bien fría, más que nada porque no se les caducara. Me salgo otra vez al jardín y me recuesto contra la palmera que se trajeron importada de Libia; un ejemplar de cinco metros de alto y unas hojas frondosas que cubrían perfectamente la luz del sol. Mi horchata y yo, más tranquilos que nada en este mundo. Pero de repente... fiuuuuuu, miro hacia arriba justo cuando el coco estaba a dos centímetros de la cabeza por lo que al moverme para mirar me ha impactado justo en el rostro.
Según ha dicho el médico me he quedado allí inconsciente y ahora llevo la variz hinchada y veintisiete puntos distribuídos uniformemente por toda la cara. Me han dejado venirme a casa porque les he dicho que tenía que escribir mi diario, pero se ve que del golpe se me ha olvidado todo y eso que había hecho un montón de cosas esta mañana.
En fin, mañana más. Si me acuerdo.
Personal, Diario, Accidente, Amnesia
Posted @ 23:58 by Lo de hoy ha sido increíble. Me bajo a casa de mi hermana a regarle las plantas porque tiene el jardín hecho una pena, es lo que tiene irse de vacaciones tantos días y darle fiesta también al mayordomo, que alguien tiene que hacer sus funciones. Desenrollo la manguera, riego los cactus, remojo las begonias, las petunias, las orquídeas... quito las hojas secas que flotan en la piscina. Una paliza que ni en mi casa, suponiendo que tuviera jardín, que es mucho suponer, me daría.
Para recuperarme de tamaña paliza me he acercado al refrigerador y me he servido, con permiso de los señores de la casa, una horchata bien fría, más que nada porque no se les caducara. Me salgo otra vez al jardín y me recuesto contra la palmera que se trajeron importada de Libia; un ejemplar de cinco metros de alto y unas hojas frondosas que cubrían perfectamente la luz del sol. Mi horchata y yo, más tranquilos que nada en este mundo. Pero de repente... fiuuuuuu, miro hacia arriba justo cuando el coco estaba a dos centímetros de la cabeza por lo que al moverme para mirar me ha impactado justo en el rostro.
Según ha dicho el médico me he quedado allí inconsciente y ahora llevo la variz hinchada y veintisiete puntos distribuídos uniformemente por toda la cara. Me han dejado venirme a casa porque les he dicho que tenía que escribir mi diario, pero se ve que del golpe se me ha olvidado todo y eso que había hecho un montón de cosas esta mañana.
En fin, mañana más. Si me acuerdo.
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Quizá haya algún tesoro / muy dentro de mi entraña. / ¡Quién sabe si yo tengo / diamante en mi montaña / o tan sólo un pequeño pedazo de carbón! / Los árboles del bosque de mi isla / sois vosotros, mis versos.
Salen los niños alegres / de la escuela, / poniendo en el aire tibio / de abril canciones tiernas. / ¡Qué alegría tiene el hondo / silencio de la calleja! / Un silencio hecho pedazos / por risas de plata nueva.
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