May 24, 2011


La Lucky del gran poder


Más de un año me ha costado leerme un libro en inglés. Desde febrero del año pasado, cuando me acabé The New York Trilogy, hasta hace tres días que terminé de leerme The Higher Power of Lucky (en español El poder superior de Lucky), la competencia de la comprensión lectora en una lengua extranjera, por mi parte, ha estado completamente abandonada.

De vez en cuando, cada medio año más o menos, me meto en Amazon y lleno la cesta de libros y vídeos sin ningún reparo. Es al llegar a la línea de cajas y ver el subtotal cuando me arrepiento y reprimo mis impulsos culturo-consumistas. «Uy uy uy, qué tonto estoy —le digo a la cajera—. Me he cogido todo DVDs y en casa ya hace días que sólo tenemos lector de Blu-Rays. Uy, uy, uy...» Allí le dejo toda la pilada de películas, abandonadas, pero los libros me los traigo todos conmigo.

Lucky es la protagonista del libro, una chica de unos diez años que vive con su guardiana, Brigitte, en un campamento de trailers abandonados en pleno desierto de Mojave, California. Lucky tiene dos amigos, Miles y Lincoln. A Miles le encanta hacer nudos y aspira un día a convertirse en Presidente del Gremio de Anudadores Americanos. Miles en cambio, como es más pequeño y aún está aprendiendo a leer, lleva siempre a cuestas un libro, Are you my mother?, que relee y relee sin descanso.

Lucky también tiene un perro, al que sólo por el nombre que tiene uno se lo imagina simpático: HMS Beagle. Con él y con su mochila de supervivencia se va de excursión a recoger bichos: arañas, avispas, escarabajos...

Lo que no tiene Lucky es madre. Un día de tormenta salió al campo, pisó unos cables de alta tensión, y allí se quedó. Lucky cree que tampoco tiene padre, aunque este resulta ser el señor de la funeraria que le lleva la urna con las cenizas de la madre tras la incineración, desapareciendo al instante.

A quien sí tiene Lucky es a Brigitte, la guardiana del principio, quien fue la primera mujer del padre de Lucky, una francesa que se viene de París para cuidar a la niña y vivir en un carromato, con todas las incomodidades y casi nada de dinero.

La vida en Hard Pan transcurre con normalidad hasta que un día Lucky se enfada con Brigitte y pese a la tormenta de arena que amenaza la zona, se escapa de casa y se adentra en el desierto con la sola compañía de HMS Beagle y un vestido rojo...

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May 17, 2011


Los unlucky


La prueba escrita consta de 79 ítems, blanks, huecos, preguntas, como lo queráis llamar. Se hace luego una regla de tres sobre 100 y se obtiene la nota del examen; el que acierta 40 aprueba, el que acierta menos, no.

De los 77 alumnos matriculados este curso, hay 14 que por una razón o por otra se niegan a trabajar en clase. Unos se niegan a trabajar y se pasan el día mirando al techo; otros se niegan a trabajar y se pasan el día dibujando en el cuaderno cuando hay suerte o en la mesa cuando te descuidas; otros odian el ingles a muerte pero se pasan los cincuenta minutos de clase haciendo los deberes de francés, cosa harto incomprensible, o los de matemáticas, también curioso cuando menos; y el resto también se niega a trabajar y se dedican a sacarme de quicio, dándose puñetazos mientras escribo en la pizarra, hablando con el de delante, el de detrás, el de la derecha, el de la izquierda, o la pared cuando están apartados en un rincón lejos de la sociedad estudiantil.

Cuando llega la fecha del examen, estos 14 alumnos se limitan a contestar lo mínimo, por puro aburrimiento imagino, porque el 1 lo tienen asegurado aunque no escribieran ni su nombre, cosa, lo de contestar poco, que a la hora de corregir se agradece enormemente. Vas pasando exámenes, tachando una palabra aquí dos palabras allá, añadiendo una letra aquí una frase entera allá, haciendo flechas, sumando aciertos, comentando fallos al margen —que luego nadie mira—, y cuando te llega a las manos uno de estos exámenes casi en blanco a uno le da un vuelco el corazón. «Este me lo corrijo en 30 segundos», pienso, porque yo lo que no hago es hacer el examen de nuevo 14 veces; yo los corrijo, lo que está mal y en estos, visto así no hay nada mal.

En este último examen de rellenar con la palabra dada —pura mecánica, copiar y pegar— sólo había dos preguntas, 22 ítems, huecos, blanks, etc. en los que yo les doy la palabra y ellos la ponen en el hueco que creen más adecuado. Y aquí es donde juega un factor determinante la suerte, porque estos alumnos producción propia tienen poca. Y suerte por lo visto tampoco tienen mucha. Hay 2 que aciertan 4, 4 que aciertan 3, 2 que aciertan 2, 3 que aciertan 1 y hay uno que no acierta una. No cuadran los números ya que hubo dos que no tenían el viernes inspirado y se negaron a probar suerte, o no tendrían boli o les dolería la cabeza o habrían desayunado poco.

Lo que me preocupa en estos casos es el futuro. Gente que para estudiar no vale, por falta de hábito, por falta de capacidad, comprensiva o de trabajo, ya que su porvenir está en otros campos, sembrando y recolectando, en otras granjas, en talleres —mecánicos u ocupacionales—, realizando actividades manuales y que requieran estrujarse poco la sesera.

Y si un día deciden rellenar un boleto de la quiniela, de la primitiva, participar en un sorteo, en la rifa de fin de curso o en el bingo de las fiestas, ellos no lo sabrán, pero estarán contribuyendo simplemente a incrementar el bote para la semana siguiente. Ni siquiera la suerte está de su lado.

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Cuarto y mitad de ambiente.
El diario de María Sánchez Arbós.
¿Y tú por qué no hablas?.
Va a ser ESO.
Nada más empezar la clase.

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May 04, 2011


Nineteen years later...


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May 01, 2011


Proletarios de todos los países, uníos


El trabajador se convierte en un simple resorte de la máquina, del que sólo se exige una operación mecánica, monótona, de fácil aprendizaje. Por eso, los gastos que supone un obrero se reducen, sobre poco más o menos, al mínimo de lo que necesita para vivir y para perpetuar su raza. Y ya se sabe que el precio de una mercancía, y como una de tantas el trabajo, equivale a su coste de producción. Cuanto más repelente es el trabajo, tanto más disminuye el salario pagado al obrero. Más aún: cuanto más aumentan la maquinaria y la división del trabajo, tanto más aumenta también éste, bien porque se alargue la jornada, bien porque se intensifique el rendimiento exigido, se acelere la marcha de las máquinas, etc.
1 de mayo; cnt.es
Las masas obreras concentradas en la fábrica son sometidas a una organización y disciplina militares. Los obreros, soldados rasos de la industria, trabajan bajo el mando de toda una jerarquía de sargentos, oficiales y jefes. No son sólo siervos de la burguesía y del Estado burgués, sino que están todos los días y a todas horas bajo el yugo esclavizador de la máquina, del contramaestre, y sobre todo, del industrial burgués dueño de la fábrica. Y este despotismo es tanto más mezquino, más execrable, más indignante, cuanta mayor es la franqueza con que proclama que no tiene otro fin que el lucro.
Manifiesto del Partido Comunista
K. Marx y F. Engels.

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Quizá haya algún tesoro / muy dentro de mi entraña. / ¡Quién sabe si yo tengo / diamante en mi montaña / o tan sólo un pequeño pedazo de carbón! / Los árboles del bosque de mi isla / sois vosotros, mis versos.

Salen los niños alegres / de la escuela, / poniendo en el aire tibio / de abril canciones tiernas. / ¡Qué alegría tiene el hondo / silencio de la calleja! / Un silencio hecho pedazos / por risas de plata nueva.


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