October 10, 2007
Sesenta y uno
Desde su más tierna infancia, su sueño siempre había sido tener pelo en la parte de la cara que está debajo de la nariz y encima de la boca. Y ahí sigue, a veces combinado con una barba, hace no mucho combinado con una perilla, normalmente en solitario, pero el bigote no ha desaparecido de su sitio desde el primer momento en el que hizo su aparición.
Años más tarde y siempre con su mostacho a cuestas, don Kike se embarcaba en una viaje que cambiaría su vida radicalmente. ¿Qué se le había perdido en un safari por África a alguien que nunca ha sido cazador? Otra incógnita sin resolver. Según cuenta a todo el que lo quiera escuchar, estando una noche en la tienda de campaña, sufrieron el ataque de un fiero león. El león estaba hambriento, pero la gente del campamento lo estaban más. Entre todos no les costó nada doblegar al animal y darle muerte. A don Kike, mala suerte, le tocó el cuello del león, una pieza tierna y sabrosa, pero a la vez maldita. Todas las noches desde aquel día, el cuello del león cobra vida y empieza a rugir, sin avisar. Es un sonido sobrecogedor, que te transporta al corazón de la sabana africana.
Si hoy no le hubieran regalado el típico frasco de colonia, seguro que le habría hecho ilusión un micrófono y un auditorio atento al que soltarle uno de sus famosos discursos. Uno de ésos que empiezan: «Compañeros y amigos...»
personal, historias
Posted @ 21:27 by Años más tarde y siempre con su mostacho a cuestas, don Kike se embarcaba en una viaje que cambiaría su vida radicalmente. ¿Qué se le había perdido en un safari por África a alguien que nunca ha sido cazador? Otra incógnita sin resolver. Según cuenta a todo el que lo quiera escuchar, estando una noche en la tienda de campaña, sufrieron el ataque de un fiero león. El león estaba hambriento, pero la gente del campamento lo estaban más. Entre todos no les costó nada doblegar al animal y darle muerte. A don Kike, mala suerte, le tocó el cuello del león, una pieza tierna y sabrosa, pero a la vez maldita. Todas las noches desde aquel día, el cuello del león cobra vida y empieza a rugir, sin avisar. Es un sonido sobrecogedor, que te transporta al corazón de la sabana africana.
Si hoy no le hubieran regalado el típico frasco de colonia, seguro que le habría hecho ilusión un micrófono y un auditorio atento al que soltarle uno de sus famosos discursos. Uno de ésos que empiezan: «Compañeros y amigos...»
personal, historias
|
Permalink |
Quizá haya algún tesoro / muy dentro de mi entraña. / ¡Quién sabe si yo tengo / diamante en mi montaña / o tan sólo un pequeño pedazo de carbón! / Los árboles del bosque de mi isla / sois vosotros, mis versos.
Salen los niños alegres / de la escuela, / poniendo en el aire tibio / de abril canciones tiernas. / ¡Qué alegría tiene el hondo / silencio de la calleja! / Un silencio hecho pedazos / por risas de plata nueva.
.png)
