El año, videográficamente, empezó bien. La aplicación esta de 1SE.co que había empezado a probar en verano del 2019 iba como la seda y mi inspiración, aunque escasa, daba para grabar algo los treinta y un días del primer mes.
Así de interesante fue lo que aconteció en enero:


En febrero la dinámica fue parecida, y me dio para grabar un segundo de vídeo cada día del mes:


Pero llegó marzo, y todo, videográficamente hablando, saltó por los aires. Primero, una actualización de la aplicación hizo que un par de días, al no recordarme que grabara algo, se me olvidó registrar mis interesantísimas actividades. Peccato! Y la última semana, con el confinamiento y la monotonía, lo mismo, dos días más que se quedaron en blanco:


En abril la cosa empeoró bastante. Pese a los avisos y las notificaciones, hubo seis días en los que, ¡ups!, ni me cordé de darle al [·rec]. Así que abril es como si hubiera tenido solo venticinco días:


En mayo me dio por los cielos, aunque hice una trampa el día 20:


Y en junio todo volvió a la normalidad, videográficamente, claro:


Ahora solo queda esperar a lo que nos depare lo que queda de año.

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El pasado 29 de mayo, Enrique Bunbury sacaba a la venta su último disco, Posible, y el vídeo de presentación, que podéis ver aquí, pedía a gritos este GIF:

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O lo que es lo mismo, El fantasma de la Dama Verde.

Un día aciago para él, Billy Harrison vuelve a casa después de las clases y se encuentra a sus padres sentados a la mesa, cosa rara, porque su padre, policía, nunca está en casa a esas horas.
   —Hijo amado, tenemos una sorpresa —dice el padre.
   —Por culpa de mi trabajo ya has conocido demasiadas escuelas a tu tierna edad, y no puedes hacerte con un grupo estable de amigos. Con lo majo que tú eres.
   —Te vamos a mandar a un internado para que te centres —concluye el padre.
Aunque intenta convencerlos, la decisión ya está tomada y en enero Billy empezará el trimestre en su nueva escuela, a la que se llevará sus cachicaches electrónicos, porque Billy es inventor.
La escuela no tiene mala pinta, al lado del Támesis, antiguos edificios históricos, extensos jardines, complejo deportivo, una iglesia y un lago.
Tras las presentaciones de rigor, Mr Hopkins, el director, un placer; este es Mr Evans, profesor de matemáticas; otro placer; qué tipo más raro... Billy conoce a sus compañeros de habitación, James, Alan y Mark, quienes para ponerle en situación y asustarlo un poco, le cuentan la lúgubre a la par que tenebrosa leyenda de la Dama Verde-Green Lady.

Hace años, esta zona pertenecía a un pequeño pueblo llamado Coxley. En 1651, el duque Sebastián entró en guerra con otro duque por unas tierras cercanas a la iglesia de nuestra escuela. Hubo una enorme, sangrienta batalla y el duque Sebastián, ¡oh adversa fortuna!, murió en ella. Sus enemigos le cortaron la cabeza.

La batalla tuvo lugar al lado del lago, cerca de la iglesia del colegio. Tras conocer la trágica noticia de la muerte del duque, su esposa se quitó la vida. Pero antes de morir prometió aparecerse en el lago —haunt the lake— cada año en el aniversario de la muerte de su esposo.

Eso fue un 1 de febrero, así que no vayas al lago ese día, Billy. Es una fecha peligrosa y pueden y suelen pasar cosas terribles. El fantasma de Lady Sebastian merodea por allí.

Buenos son los Billys a esta edad, que falta que les digas no entres en ese cuarto para que entren, no bebas para que se aficionen al kalimotxo, y no fumes para que chimeneen cual locomotoras decimonónicas.
Así que el 1 de febrero allí están Billy y sus colegas, a pie de lago, viendo luces verdes y sombras misteriosas. Sombras que se asemejan demasiado a Mr Evans. Sombras que acarrean pesados bultos...
¿Es Mr Evans la Dama Verde? ¿Por qué solo se aparece la noche del 1 de febrero? ¿Tienen algo que ver los robos que se están produciendo en la escuela con todo esto? ¿No sería más fácil llamar a la policía y dejarse de heroicidades?

Demasiados interrogantes que solo resolverás si te lees los once capítulos del libro.

Stevens, Caroline. The Ghost of the Green Lady. Limassol: Burlington Books, 2008.

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Butter, by Erin Jade Lange is a young adult contemporary fiction which tells the story of an obese food-loving teenage student everybody, even himself and his teachers, calls Butter. Weird, isn't it?

As weird indeed as adolescence can be. Take this confusing and harsh period in someone's life and add to it a boy weighing more than 400 pounds; an online girlfriend who looks forward to meeting him, which he postpones once and again; a mother whose magic wand for any difficulty is cooking and then feeding him; an offensive nickname; a gang of classmates he regards as his friends but who bully him as often as possible; a passion for music; a father who ignores him; a dietician, and a friend who is losing weight easily, while gaining happiness. Season all these ingredients with a pinch of disaffection, a spoonful of lack of attention and an ounce of cowardice. What would you call this dish?

Rarely has such a complex recipe resulted in such a delicious novel. The author accurately depicts the anxiety of the main character, his inner woes and the appearance-centred society in which we are immersed. On top of that, she manages to get the reader in the shoes of the protagonist and makes you crave for reading on and on.

Butter is definitely a novel worth reading, not only to get acquainted with troubled teens and their circumstances, but also to enjoy a gripping story and a bunch of true-to-life characters.

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Es época de listas, así que aquí os dejo, como hice el año pasado, la lista de los libros y tebeocómics que me he leído este año que acaba de terminar.

El primero que terminé, porque lo arrastraba del 2018, fue Cuarenta cuentos a todo vapor.
Le siguieron en este orden:
    La agenda negra, de Manuel Moyano.
    FIZ. Curso de cómic, de Kiko Da Silva.
    Los solteros, de Muriel Spark.
    ¿Por qué dejé de ver porno?, de Ran Gavrieli.
    Los enciclopedistas, de José A. Pérez Ledo y Alex Orbe.
    Los niños de humo, de Aitana Castaño y Alfonso Zapico.
    Contra el aburrimiento dinamita, de Pablo Álvarez Almagro.
    París no se acaba nunca, de Enrique Vila-Matas.
    Los escribidores de cartas, de Beatriz Osés.
    Blanco de tigre, de Andrés Guerrero.
    Leonardo Da Vinci, genio senza tempo, de Davide Morosinotto.
    Yo soy Alexander Cuervo, de Patricia García-Rojo.
    The Story of Painting, de Abigail Wheatley.
    La noche fenomenal, de Javier Pérez Andújar.
    Adicción, de Josep Busquet, Pedro J. Colombo y Aintzane Landa.
    Nueva teoría de la urbanidad, de Manuel Vilas.
    El aliento del dragón, de Maite Carranza.
    Cartas de amor.
Y tengo entre manos, a punto para terminarlo antes de volver a clase, Butter, de Erin Jade Lange.

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Aunque estemos acabando diciembre, esto fue septiembre.

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Hola, ¿qué tal? Bien, ¿y tú? Bien también, gracias. Cuánto tiempo. Pues sí la verdad, casi un año. Ya te digo. Oye, que tengo prisa, solo venía a dejarte la lista de los libros que me he leído este año pasado, ¿sabes? Estamos en época de listas, los 10 mejores, propósitos de año nuevo, una lechuga, dos tetrabriks de zumo con pulpa y medio kilo de pechugas de pollo. Sí, sí, yo estoy igual, ahora me pillas de camino al Simply. OK, pues no te entretengo, te los dejo aquí que no son muchos y luego me dices. OK, OK, no te preocupes. Vale, pues son estos, en orden de aparición, como en las películas:

    1.- Una sola palabra, de Joaquín Berges.
    2.- Campos de fresas, de Jordi Sierra i Fabra.
    3.- El hotel, de Mónica Rodríguez.
    4.- 1808. Los cañones de Zaragoza, de F. Lalana y J. Mª. Almárcegui.
    5.- Hijos del fútbol, de Galder Reguera.
    6.- El silbido del arquero, de Irene Vallejo.
    7.- Corazones de gofre, de Maria Parr.
    8.- Remember, Remember (The Fifth of November), de Judy Parkinson.
    9.- Escartín en Lima, de Fernando Lalana.
    10.- La alacena, de Patricia García-Rojo.
    11.- El último sueño de Lord Scriven, de Eric Senabre.
    12.- Viaje al centro de la Tierra, de Julio Verne.
    13.- Sombras de la Plaza Mayor, de Rosa Huertas.
    14.- D'on trec el temps, de Màrius Serra.
    15.- La niña invisible, de Puño.
    16.- Dilo en voz alta y nos reímos todos, de Fernando J. López.
    17.- El blog de Cyrano, de Rosa Huertas.
    18.- Biografía de un cuerpo, de Mónica Rodríguez.
    19.- Los diarios de Tony Lynx. El libro del poder, de Miguel Griot.
    20.- Lo mejor de sir Tim O'Theo, de Raf.
    21.- El nido, de Kenneth Oppel.
    22.- Al otro lado de la verdad, de Shía Arbulú.

Pues no está mal. No, podría ser peor. Si a eso le sumas que me acabé de leer Cada mesa un Vietnam, que lo tenía empezado desde puede que haga dos veranos y que hace una semana me empecé Cuarenta cuentos a todo vapor, que lo llevo por la mitad, salen casi dos libros por mes. Pues sí. De lo que me estoy dando cuenta es de que los de SM tienen que estar contentos contigo. Ya te digo... Bueno, que se me hace tarde. Vale, hasta otro rato. Me alegro de haberte visto. Lo mismo digo, adiós, adiós. Ciao.

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En Radio 3 esta temporada estrenaron, presentado por Laura Barrachina, un programa músico-científico-cultural maravilloso del que tendría que escribir algún día, que se llama Efecto Doppler. Escuchando el podcast del 18 de octubre de 2017 conocí a Galder Reguera y a su libro Hijos del fútbol. La única pega que le pondría al programa es que Laura prescribe tantos libros tan apetitosos que necesitarías una paga extra mensual para hacerte con la mitad de los que recomienda. Con Hijos del fútbol no pude resistirme y la semana pasada, tras estirarlo un poco, lo acabé de leer.

Galder escribe de fútbol, del fútbol que se juega en el patio del recreo todos contra todos, con el equipo del barrio los fines de semana, de los partidos padre-hijo en un parque con dos árboles como porterías, de cuando te regalan la primera equipación completa de tu portero favorito —aún estará mi camiseta de Arconada por algún cajón—, de goles imposibles, de regates mágicos, de abuelos que te llevan cada quince días de la mano a San Mamés.

Ni Neymar ni Messi ni CR7 salen en el libro. Pero si en una bola de papel de aluminio encuentras una invitación a un regate, si te sabías y aún recuerdas veinticinco años después la alineación de tu equipo o si estás deseando comprarle a tu sobrino un par de sobres de cromos de LaLiga para su colección, este libro te encantará.

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Since the early days of June 2014, inhabitants and visitors to Zaragoza have the possibility of enjoying a magnificent exhibition center. Located nearby what once was El Portillo railway station, the CaixaForum building emerges almost in the middle of nowhere as a new cultural venue open from 10:00 am to 8:00 pm seven days a week.

What first calls the attention of the passerby is the building, a huge and heavy mass of concrete that from a distance seems to be floating —or dancing— on one of its axis. At night, a first-rate lighting system turns the cold and grey block into a glowing ball of sparkling blue lights.

But not only is the outside of the CaixaForum stunning, the inside is even better. On the ground floor, a large lobby welcomes the visitor, and behind the lobby we can find the gift shop, something that nowadays has become as important in a museum as a good collection of whatever, and which is usually as frequently visited as the most famous of the paintings exhibited.

From here, a couple of glass lifts take us to the first or the second floor where there are a couple of exhibitions on display. The exhibition room on the first floor being a bit smaller is used to host paintings, posters or photographic exhibitions, whereas the second floor is devoted to holding exhibitions in which larger pieces are shown, from Pixar models to 14th century Imperial Chinese works of art or items related to the medieval times from the British Museum collections.

Too much art and too much beauty are said to get an untrained eye or body tired. Nothing better then than going up to the top floor and getting a drink and a snack in the cafeteria, or even better, booking a table in the restaurant and enjoying the wonderful views it provides from behind its wall window panes.

Maybe the only drawback we can find is that entrance to the exhibitions is not free, but where could you spend almost the whole day for only €4.00?

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