May 19, 2016
El mar de Patricia García Rojo
¿Qué hace que un libro me guste mucho, que cada página que pase me sorprenda y quiera seguir leyendo? En el caso de El Mar, de Patricia García-Rojo Cantón (Premio Gran Angular 2015) diría que hay dos razones fundamentales.
La primera es la creación de un mundo, pero no un mundo tipo el planeta Silgatrim de la Cuarta Constelación y ya está, no, un mundo real, con todo lujo de detalles, un mundo que resulte creíble y verosímil, coherente. Será porque creo que a mí me resultaría imposible, pero me fascina esa imaginación, esa capacidad para inventar, leer un capítulo y decir: «Oh, qué maravilla»; leer otro y pensar: «Oh, qué ocurrente»; leer un poco más adelante y sonreír: «Oh, qué idea genial. Fascinante».
Y la segunda es lo que dice y cómo lo dice. Ya no identificarte con un personaje en concreto a lo largo de la novela y pensar este podría ser yo. Es leer una frase, un párrafo, y pensar: «Esto es lo que quería haber dicho yo aquella vez» o «Esto tendría que habérseme ocurrido a mí». Tres ejemplos para no abusar...
Y luego están los personajes, un catálogo variadísimo y variopinto, la magia, el humor, el amor... Y el agua que todo lo impregna. El agua de El Mar.
Así que lo mejor es que se acerquen a su librería de referencia, o a la que más cerca les caiga y se hagan con un ejemplar. Les aseguro que les va a encantar.
Posted @ 14:28 by |
Permalink |
La primera es la creación de un mundo, pero no un mundo tipo el planeta Silgatrim de la Cuarta Constelación y ya está, no, un mundo real, con todo lujo de detalles, un mundo que resulte creíble y verosímil, coherente. Será porque creo que a mí me resultaría imposible, pero me fascina esa imaginación, esa capacidad para inventar, leer un capítulo y decir: «Oh, qué maravilla»; leer otro y pensar: «Oh, qué ocurrente»; leer un poco más adelante y sonreír: «Oh, qué idea genial. Fascinante».
Y la segunda es lo que dice y cómo lo dice. Ya no identificarte con un personaje en concreto a lo largo de la novela y pensar este podría ser yo. Es leer una frase, un párrafo, y pensar: «Esto es lo que quería haber dicho yo aquella vez» o «Esto tendría que habérseme ocurrido a mí». Tres ejemplos para no abusar...
Es muy gracioso verlos, porque yo creo que los dos se gustan, pero están tan convencidos de que el otro siente lo contrario, que no se atreven a dar un paso para no romperse el corazón.
Siéntate, Rob —me animó señalándome la comida—. Y cuéntame cómo está el mundo.
Las palabras sonaban genial en mi cabeza. Así que se quedaron ahí.Aún hay más, no se crean. La estructura externa de la novela por ejemplo, esos capítulos tan cortos que invitan a seguir leyendo. A mí no me gusta dejar un capítulo a mitad, manías, y claro, un capítulo de catorce páginas a según qué horas se hace largo. Un capítulo de dos o tres... Otro acierto.
Y luego están los personajes, un catálogo variadísimo y variopinto, la magia, el humor, el amor... Y el agua que todo lo impregna. El agua de El Mar.
Así que lo mejor es que se acerquen a su librería de referencia, o a la que más cerca les caiga y se hagan con un ejemplar. Les aseguro que les va a encantar.
ENTRADAS RELACIONADAS:
Lean el tapiz de Bayeux
¿Quién es Úrsula Rebecca Paradise Jenkins?
Visto y leído
Una foto a la semana
Huyendo sin mirar atrás con Luis Leante
Quizá haya algún tesoro / muy dentro de mi entraña. / ¡Quién sabe si yo tengo / diamante en mi montaña / o tan sólo un pequeño pedazo de carbón! / Los árboles del bosque de mi isla / sois vosotros, mis versos.
Salen los niños alegres / de la escuela, / poniendo en el aire tibio / de abril canciones tiernas. / ¡Qué alegría tiene el hondo / silencio de la calleja! / Un silencio hecho pedazos / por risas de plata nueva.