July 05, 2009
5 de summertime 2009
Querido diario:
Ayer empezó Le Tour, la prueba ciclista esa en la que el máximo interés radica este año en saber si lo que se mete Lance Armstrong será detectable o no en los controles antidopaje.
El otro día cuando bajé al trastero a arreglar no se qué, descubrí que colgando de un gancho había una bicicleta negra, bicicleta que hace años recorría montes y carreteras como si de grácil gacela con pedales se tratara. Pues bien, hete aquí que como este año no hay Expo, se me ocurrió que para matar estos tiempos de ocio con los que tiene a bien obsequiarme la Consejería de Educación (merecidos en toda regla, no se vayan ustedes a pensar) lo más apropiado sería someterme a duras sesiones de entrenamiento sobre dos ruedas; dándole a los pedales y desgastando los carriles bici que de un tiempo a esta parte adornan la ciudad. Por eso mismo me compré ayer la mochila de cuadros escoceses, porque aprovechando que iba a salir del barrio y de las cuatro calles circundantes, pensaba cargar con la cámara de fotos y sacar interesantes instantáneas de los lugares que fuera visitando a mi paso (visto así parece que me iba a tragar una etapa de 200 kilómetros, ¿verdad?). Pues bien, hete aquí otra vez que esta mañana a primera hora, por aquello de que se preveía un día de lo más caluroso, bajo al trastero, preparado ya con todo el equipo, descuelgo la bici del gancho, toco las ruedas, que están un poco deshinchadas, sobre todo la de atrás, la que ha de soportar la pesada carga que supone mi cuerpo, pues nada, me digo a mi mismo, se hinchan.
Y hete aquí por tercera y última vez que la bomba, bombín o hinchador está desaparecido. Largas series de maldiciones y blasfemias se han debido de escuchar en todo el bloque. Coge el equipo, sube a casa, cámbiate y olvídate de la contrarreloj... Ahora a ver cuándo me vuelve a apetecer lo de imitar a Indurain, que esto de hoy había sido algo especial.
En fin, mañana más... pero a pie.
Personal, Diario, Ciclismo
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Ayer empezó Le Tour, la prueba ciclista esa en la que el máximo interés radica este año en saber si lo que se mete Lance Armstrong será detectable o no en los controles antidopaje.
El otro día cuando bajé al trastero a arreglar no se qué, descubrí que colgando de un gancho había una bicicleta negra, bicicleta que hace años recorría montes y carreteras como si de grácil gacela con pedales se tratara. Pues bien, hete aquí que como este año no hay Expo, se me ocurrió que para matar estos tiempos de ocio con los que tiene a bien obsequiarme la Consejería de Educación (merecidos en toda regla, no se vayan ustedes a pensar) lo más apropiado sería someterme a duras sesiones de entrenamiento sobre dos ruedas; dándole a los pedales y desgastando los carriles bici que de un tiempo a esta parte adornan la ciudad. Por eso mismo me compré ayer la mochila de cuadros escoceses, porque aprovechando que iba a salir del barrio y de las cuatro calles circundantes, pensaba cargar con la cámara de fotos y sacar interesantes instantáneas de los lugares que fuera visitando a mi paso (visto así parece que me iba a tragar una etapa de 200 kilómetros, ¿verdad?). Pues bien, hete aquí otra vez que esta mañana a primera hora, por aquello de que se preveía un día de lo más caluroso, bajo al trastero, preparado ya con todo el equipo, descuelgo la bici del gancho, toco las ruedas, que están un poco deshinchadas, sobre todo la de atrás, la que ha de soportar la pesada carga que supone mi cuerpo, pues nada, me digo a mi mismo, se hinchan.
Y hete aquí por tercera y última vez que la bomba, bombín o hinchador está desaparecido. Largas series de maldiciones y blasfemias se han debido de escuchar en todo el bloque. Coge el equipo, sube a casa, cámbiate y olvídate de la contrarreloj... Ahora a ver cuándo me vuelve a apetecer lo de imitar a Indurain, que esto de hoy había sido algo especial.
En fin, mañana más... pero a pie.
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Personal, Diario, Ciclismo
Quizá haya algún tesoro / muy dentro de mi entraña. / ¡Quién sabe si yo tengo / diamante en mi montaña / o tan sólo un pequeño pedazo de carbón! / Los árboles del bosque de mi isla / sois vosotros, mis versos.
Salen los niños alegres / de la escuela, / poniendo en el aire tibio / de abril canciones tiernas. / ¡Qué alegría tiene el hondo / silencio de la calleja! / Un silencio hecho pedazos / por risas de plata nueva.