November 16, 2007


El tonto de la clase


Los viernes, como los jueves, son bastante ralajados, una clase y luego guardias, preparación de clases, reuniones, y luego clases otra vez. Es decir, pierdes un poco el ritmo de la clase, el jaleo, el estar con los dos ojos abiertos para no perderte detalle de nada de lo que sucede. Y aprovechando este rato, escribo.

Ayer, a última hora de la mañana tenía clase con mis amigos de 2ESOC. Cuando estuve en la capital del Bajo Aragón turolense, ya me pasó que me tocó en suerte el más tonto de la comarca, entonces fue en tercero. Ahora, en pleno desierto de los Monegros me ha vuelto a pasar lo mismo, pero en segundo. El problema con esta gente es que se creen los más listos.

Alejandro es uno de esos que según dice a todos a los que le quieren oír, en cuanto cumpla los 16 años nos va a abandonar. Lo malo es que los hace en agosto, y por lo que parece hasta entonces vamos a tener que seguir soportándolo. No hace nada, de nada de nada. Hablar y dar por donde amargan los pepinos. Como el chaval tenga el día tonto, ya te puedes preparar, que no vas a poder hacer nada, de nada de nada. Y ayer tenía el día muy tonto. Llegó a clase tarde, y a los cinco minutos me pidió permiso para ir al baño. Permiso que le fue denegado por mi parte, no por nada, sino porque como dejes ir a uno al baño se crea un precedente que hace que asistamos a un desfile constante de personitas de la clase al baño y del baño a la clase. Y como son así, muchos se pierden por el camino, y se pasean por los pasillos, y se asoman a las ventanas de las aulas... Así que el que tenga necesidades mingitorias, o las hace entre clase y clase, o se aguanta.

A partir de entonces ya no hicimos otra cosa, cada cinco minutos me tuve que oír frases del tipo: «tío, déjame ir al baño que me meo», «¿me puedo mear en la papelera?», «¿y si me subo a la ventana y meo desde allí?» Resumiendo, que la cosa va para largo y tampoco vamos a entrar en detalles escabrosos, que los hubo. Cuando faltaban veinte minutos cogió la puerta y se fue, por su cuenta y riesgo. Y no volvió, claro.

Ahora le ha caído una amonestación, y ya está expulsado tres días, pero volverá. Y lo seguiremos aguantando, que para eso nos pagan.

Luego pasa lo que pasa.

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Quizá haya algún tesoro / muy dentro de mi entraña. / ¡Quién sabe si yo tengo / diamante en mi montaña / o tan sólo un pequeño pedazo de carbón! / Los árboles del bosque de mi isla / sois vosotros, mis versos.

Salen los niños alegres / de la escuela, / poniendo en el aire tibio / de abril canciones tiernas. / ¡Qué alegría tiene el hondo / silencio de la calleja! / Un silencio hecho pedazos / por risas de plata nueva.


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