November 11, 2007
Fase R.E.M, toma 1
Estoy en las fiestas de Castellote, o se celebra algo, algún acto privado porque hemos comido en un restaurante.
Con Pedro Luis y Calorías hemos estado desmontando algo, una moto, un Pasquali o algo así, hasta que nos lo hemos cargado y ha habido que llevarlo empujando hasta su sitio.
En el restaurante me mandan un mensaje al móvil diciendo que el Zaragoza había ganado 5-1 y yo digo: «¡Ahí va el Zaragoza!, 6-0»; y alguien dice, «5-1...»
Entramos y salimos constantemente del restaurante, pero cuando entro a comerme el postre (una especie de almojábana gigante rellena de helado de vainilla que al metértela en la boca se deshace como el Pastel Ruso) allí no queda ni postre ni nadie.
Volvemos andando a Castellote, todos casi en procesión, y al llegar está todo el mundo disfrazado. Hay una caseta como de un circo a la que me voy a meter, pero al ver que son disfraces paso de largo.
Al llegar al Caballón hay una especie de exposición, ferias, atracciones, y dos camiones espectaculares hechos con piezas de Lego. Jesús Figueras dice, pues yo voy a tocar algo, y mi madre dice, pues yo invito que es mi cumpleaños.
Saco la cámara y empiezo a hacer fotos a los camiones y a un puesto que hay de especias y hierbas aromáticas, que tiene arriba unos espejos que según como los enfocas hacen que la gente salga muy rara en las fotos.
En esas estoy cuando se acerca berreando la dueña del puesto, una mujer pakistaní o de por ahí, que cuando se da cuenta de que estoy haciendo fotos me pega en la cámara con una rama de palmera. Al principio no sé por qué lo hace pero luego caigo, pero yo sigo enfocando y disparando. De pronto aparece el marido hecho una fiera. Yo repito constantemente: «Estamos en un sitio público y tengo derecho a hacer fotos». Lo digo hasta en inglés a ver si me entienden. De vez en cuando miro a Jesús como pidiéndole ayuda, pero el tío pasa de todo.
La mujer se acerca y me quiere quitar la cámara. Se cae al suelo y se queda quieta como si se hubiera muerto. Vuelve a aparecer el marido con algo en las manos, un palo, un látigo o una especie de espada. Lo levanta, y cuando lo va a bajar para darme, me despierto.
Son las 3:10 a.m.
Castellote, Fiesta, Sueños
Posted @ 09:21 by Con Pedro Luis y Calorías hemos estado desmontando algo, una moto, un Pasquali o algo así, hasta que nos lo hemos cargado y ha habido que llevarlo empujando hasta su sitio.
En el restaurante me mandan un mensaje al móvil diciendo que el Zaragoza había ganado 5-1 y yo digo: «¡Ahí va el Zaragoza!, 6-0»; y alguien dice, «5-1...»
Entramos y salimos constantemente del restaurante, pero cuando entro a comerme el postre (una especie de almojábana gigante rellena de helado de vainilla que al metértela en la boca se deshace como el Pastel Ruso) allí no queda ni postre ni nadie.
Volvemos andando a Castellote, todos casi en procesión, y al llegar está todo el mundo disfrazado. Hay una caseta como de un circo a la que me voy a meter, pero al ver que son disfraces paso de largo.
Al llegar al Caballón hay una especie de exposición, ferias, atracciones, y dos camiones espectaculares hechos con piezas de Lego. Jesús Figueras dice, pues yo voy a tocar algo, y mi madre dice, pues yo invito que es mi cumpleaños.
Saco la cámara y empiezo a hacer fotos a los camiones y a un puesto que hay de especias y hierbas aromáticas, que tiene arriba unos espejos que según como los enfocas hacen que la gente salga muy rara en las fotos.
En esas estoy cuando se acerca berreando la dueña del puesto, una mujer pakistaní o de por ahí, que cuando se da cuenta de que estoy haciendo fotos me pega en la cámara con una rama de palmera. Al principio no sé por qué lo hace pero luego caigo, pero yo sigo enfocando y disparando. De pronto aparece el marido hecho una fiera. Yo repito constantemente: «Estamos en un sitio público y tengo derecho a hacer fotos». Lo digo hasta en inglés a ver si me entienden. De vez en cuando miro a Jesús como pidiéndole ayuda, pero el tío pasa de todo.
La mujer se acerca y me quiere quitar la cámara. Se cae al suelo y se queda quieta como si se hubiera muerto. Vuelve a aparecer el marido con algo en las manos, un palo, un látigo o una especie de espada. Lo levanta, y cuando lo va a bajar para darme, me despierto.
Son las 3:10 a.m.
Castellote, Fiesta, Sueños
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Quizá haya algún tesoro / muy dentro de mi entraña. / ¡Quién sabe si yo tengo / diamante en mi montaña / o tan sólo un pequeño pedazo de carbón! / Los árboles del bosque de mi isla / sois vosotros, mis versos.
Salen los niños alegres / de la escuela, / poniendo en el aire tibio / de abril canciones tiernas. / ¡Qué alegría tiene el hondo / silencio de la calleja! / Un silencio hecho pedazos / por risas de plata nueva.
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