Uno de los fenómenos más sorprendentes de la naturaleza en esta época del año es la querencia que tienen los pajarillos por posarse y descansar en los cables del tendido eléctrico. Vas circulando por la autovía y cada pocos kilómetros ves una bandada de pájaros que reposan tranquilamente encima de unos cables que conducen voltios en cantidad suficiente para achicharrar a una manada de bisontes. Y los pajarillos tan tranquilos.

Si en primera instancia llama la atención el poco apego que tienen por la vida arriesgándose de esa manera temeraria a sufrir una descarga eléctrica, no menos llamativo resulta que se coloquen todos lo más cerca posible de la torre metálica que sujeta los cables, imagino que para evitar la sensación de inestabilidad que debe producir balancearse a tanta altura a merced del viento. Aunque esto desmentiría mi teoría de su escaso aprecio a la vida y choca de frente con el hecho de que el ámbito natural del pájaro en libertad sea el viento, el vuelo y el observar el mundo desde las alturas sin el menor atisbo de vértigo.

Desde esta mañana temprano hay una pregunta que me revolotea por la cabeza: ¿Cómo se organizan los pájaros en sus largos desplazamientos hacia el sur? ¿Se sientan en los cables condicionados por las relaciones de amistad-afinidad que se establecen dentro del grupo? ¿Siguen un órden alfabético? ¿Quizá de edad? ¿Las mujeres y los niños primero?

¿Todo es fruto del azar?

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