Hace un tiempo en los autobuses urbanos de Zaragoza pusieron unos carteles pegados en las ventanillas con textos de autores famosos. Era una campaña de fomento de la lectura que se llamaba Libros a la calle. Así es cómo conocí a Ángel González.

Subí al autobús, de mala gana, puesto que seguramente subiría a trabajar, o bajaría a casa después de estar trasteando telas, y leí esto [.pdf]. Y me cambió la cara. Y cuando llegué a casa busqué en Google quién era ese Ángel González que escribía aquellas cosas tan acertadas, tan precisas. Y encontré esto. Y estuve un rato leyendo.

Y hoy va y se muere. Y he dudado, porque lo confundía, por el nombre, con José Ángel Valente. Y he vuelto a buscar, y he vuelto a leer, y a admirarme de cómo puede alguién escribir tan bien.

Un ejemplo: Me basta así.

Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría
un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
-de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso-;
entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día,
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo, mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando -luego- callas...
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta.)

Y este otro poema también me gusta, y este, y este otro...

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