May 21, 2007
Suficiencia. Ideas sueltas.
Estoy sentado enfrente de seis alumnos. A dos los conozco, a los otros cuatro, en parte. De tres me suenan las caras, pero a una es la primera vez que la veo. ¿Y si fuera una suplantadora de personalidad y estuviera haciendo el examen en lugar de otra persona? ¿Tendría que haber pedido el DNI al entrar al aula? Está muy concentrada, no la voy a molestar...
Son un caso estos chavales. Ana me mira, mueve la boca como si hablara y si coincide que yo la miro pone una media sonrisa como diciendo «Me los sé, pero no me acuerdo.» Antonio sólo levanta los ojos del papel para mirar el reloj. Tranquilo, que aún nos queda una hora y media. Para Ana lo de hoy es una fiesta. A Antonio un abanico o un ventilador le haría mucho bien. Yo también lo siento, pero con dos 3,5 no te puedo aprobar.
Voy a romper el silencio. ¿Si queréis folios para sucio? ¿Para qué, para la redacción? Sí, si queréis.
De las cuatro desconocidas hay una que hace como Ana, pero no sonríe. Mueve la boca, gesticula las palabras con los labios, me mira, pero no sonríe. Está decidiendo su futuro. La chica que tiene delante se aguanta la cabeza con la mano derecha como si tuviera dentro dos diccionarios, una gramática, el libro de texto y el workbook, todo junto. Y parece que todo revuelto. Muerde el boli, lo chupa, escribe una palabra y lo vuelve a morder. Se toca el pelo, el flequillo. Tiene cara de llamarse Raquel.
La que está delante de Raquel escribe sin parar. Se ha subido las gafas de sol modelo Maite Zaldívar a la cabeza, a modo de diadema y lleva una cadena de oro al cuello que ya la quisieran para sí algunos barcos al amarrar a puerto. Se la ve tranquila.
La chica del piercing en el labio, la última que ha llegado, está incómoda. Igual tenía otros planes para esta tarde. Tendríamos que cambiar el horario laboral el calendario, en cuanto el termómetro pasara de 25ºC, ¡fiesta! Todos al parque, a tumbarse en la hierba, a cerrar los ojos y a soñar.
Raquel (Alicia en la realidad) acaba de terminar. Aún quedan 35 minutos. Mi silla está acolchada, pero ya no se cómo ponerme. Me abrasan los pies. Este verano voy a tener que comprarme unas chancletas. ¿Cómo se dice trata? (¿De blancas?) Trata de esto, de lo otro. «Is about» Ana cree que el día de la Selectividad le va a hacer el examen cualquiera menos ella. Ana insiste, «¿Triste cómo es? (Le iba a decir que lo suyo si que es triste, pero me callo, aunque seguro que no se lo habría tomado a mal) Quince minutos. Empiezo a bostezar.
Ya me he pintado en la mano, así que sólo me falta pintar en la mesa y habré retrocedido media vida. Los del siguiente examen tendrán prisa para sentarse en primera fila y que no les quiten el sitio. No sé qué va a hacer, pero una parte de la nota que saque es mía. Pero si había una pregunta que no sabía ni qué había que hacer. Sabe que si se queda la última alguna pista le doy, alguna ayuda extra. Aguantarme los lunes como me han tenido que aguantar es lo mínimo que se merece.
Voy a agradecer que acaben las clases, pero también los voy a echar de menos, a los críos y a los lunes por la noche, cuando subía oyendo a Fito y pensando.
Briiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiinggggggg.
writings, escritos
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Son un caso estos chavales. Ana me mira, mueve la boca como si hablara y si coincide que yo la miro pone una media sonrisa como diciendo «Me los sé, pero no me acuerdo.» Antonio sólo levanta los ojos del papel para mirar el reloj. Tranquilo, que aún nos queda una hora y media. Para Ana lo de hoy es una fiesta. A Antonio un abanico o un ventilador le haría mucho bien. Yo también lo siento, pero con dos 3,5 no te puedo aprobar.
Voy a romper el silencio. ¿Si queréis folios para sucio? ¿Para qué, para la redacción? Sí, si queréis.
De las cuatro desconocidas hay una que hace como Ana, pero no sonríe. Mueve la boca, gesticula las palabras con los labios, me mira, pero no sonríe. Está decidiendo su futuro. La chica que tiene delante se aguanta la cabeza con la mano derecha como si tuviera dentro dos diccionarios, una gramática, el libro de texto y el workbook, todo junto. Y parece que todo revuelto. Muerde el boli, lo chupa, escribe una palabra y lo vuelve a morder. Se toca el pelo, el flequillo. Tiene cara de llamarse Raquel.
La que está delante de Raquel escribe sin parar. Se ha subido las gafas de sol modelo Maite Zaldívar a la cabeza, a modo de diadema y lleva una cadena de oro al cuello que ya la quisieran para sí algunos barcos al amarrar a puerto. Se la ve tranquila.
La chica del piercing en el labio, la última que ha llegado, está incómoda. Igual tenía otros planes para esta tarde. Tendríamos que cambiar el horario laboral el calendario, en cuanto el termómetro pasara de 25ºC, ¡fiesta! Todos al parque, a tumbarse en la hierba, a cerrar los ojos y a soñar.
Raquel (Alicia en la realidad) acaba de terminar. Aún quedan 35 minutos. Mi silla está acolchada, pero ya no se cómo ponerme. Me abrasan los pies. Este verano voy a tener que comprarme unas chancletas. ¿Cómo se dice trata? (¿De blancas?) Trata de esto, de lo otro. «Is about» Ana cree que el día de la Selectividad le va a hacer el examen cualquiera menos ella. Ana insiste, «¿Triste cómo es? (Le iba a decir que lo suyo si que es triste, pero me callo, aunque seguro que no se lo habría tomado a mal) Quince minutos. Empiezo a bostezar.
Ya me he pintado en la mano, así que sólo me falta pintar en la mesa y habré retrocedido media vida. Los del siguiente examen tendrán prisa para sentarse en primera fila y que no les quiten el sitio. No sé qué va a hacer, pero una parte de la nota que saque es mía. Pero si había una pregunta que no sabía ni qué había que hacer. Sabe que si se queda la última alguna pista le doy, alguna ayuda extra. Aguantarme los lunes como me han tenido que aguantar es lo mínimo que se merece.
Voy a agradecer que acaben las clases, pero también los voy a echar de menos, a los críos y a los lunes por la noche, cuando subía oyendo a Fito y pensando.
Briiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiinggggggg.
writings, escritos
Quizá haya algún tesoro / muy dentro de mi entraña. / ¡Quién sabe si yo tengo / diamante en mi montaña / o tan sólo un pequeño pedazo de carbón! / Los árboles del bosque de mi isla / sois vosotros, mis versos.
Salen los niños alegres / de la escuela, / poniendo en el aire tibio / de abril canciones tiernas. / ¡Qué alegría tiene el hondo / silencio de la calleja! / Un silencio hecho pedazos / por risas de plata nueva.