May 21, 2006
Rapidez y retraso
Ayer por la mañana, cuando volvía de comprar el periódico estaban en la puerta de casa tres carteros charrando y, del carro de uno de ellos salía un canuto (cilindro mejor) de cartón, que tenía toda la pinta de contener el póster que había pedido. Y así fue, a los cinco minutos de estar en casa subió el cartero y su (mi) canuto. ¿El contenido? Pues el póster en cuestión y lo que se ve en la foto: tres gomas, dos reglas, dos lápices... El libro de abajo no, no tiene nada que ver.
Hará quince días o más, llamé a El Mundo para que me enviaran el único libro de la colección sobre la Guerra Civil que me falta. Un amable joven me animó a que lo pidiera en mi kiosco habitual, que así me ahorraría los gastos de envío, iguales si no mayores que el precio del libro, invitación que decliné porque no me apetecía pedirle a mi kiosquera que me encargara un libro que salió a finales de septiembre.
Pues bien, o después de ocho meses dicho volumen está agotado o algo no funciona. No puede ser que un paquete que viene del Reino Unido tarde menos de siete días en llegar y, que a algo que te mandan del pueblo de al lado le cueste por lo menos tres semanas.
Y sospecho que no es precisamente culpa de Correos.
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Hará quince días o más, llamé a El Mundo para que me enviaran el único libro de la colección sobre la Guerra Civil que me falta. Un amable joven me animó a que lo pidiera en mi kiosco habitual, que así me ahorraría los gastos de envío, iguales si no mayores que el precio del libro, invitación que decliné porque no me apetecía pedirle a mi kiosquera que me encargara un libro que salió a finales de septiembre.
Pues bien, o después de ocho meses dicho volumen está agotado o algo no funciona. No puede ser que un paquete que viene del Reino Unido tarde menos de siete días en llegar y, que a algo que te mandan del pueblo de al lado le cueste por lo menos tres semanas.
Y sospecho que no es precisamente culpa de Correos.
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Quizá haya algún tesoro / muy dentro de mi entraña. / ¡Quién sabe si yo tengo / diamante en mi montaña / o tan sólo un pequeño pedazo de carbón! / Los árboles del bosque de mi isla / sois vosotros, mis versos.
Salen los niños alegres / de la escuela, / poniendo en el aire tibio / de abril canciones tiernas. / ¡Qué alegría tiene el hondo / silencio de la calleja! / Un silencio hecho pedazos / por risas de plata nueva.