February 20, 2009


Mareado como un pato antes de montar al barco


Esta historia se remonta al mes de febrero de MMVII, cuando decido abandonar las naves de Fleurtinant de l'Oranje y alistarme en las tropas de Walnuss de Ioiggo. Soy un mercenario y no conozco qué es la fidelidad a una ideología, trabajo para quien mejor me paga, y en este caso, acudí a la llamada de quien menos me cobraba.

El señor de Ioiggo, por enrolarme en sus filas me obsequió con un precioso teléfono de color rojo que, salvo en contadas excepciones, todavía funciona, a día de hoy, como la seda, y me ofreció la posibilidad de realizar llamadas urbanas e interurbanas a cualquier hora del día y de la noche a un precio irrisorio, y no pude rechazar su oferta. Aún recuerdo cuando a las órdenes del señor de l'Oranje, si se me ocurría llamar por la mañana, recibía unos palos que me dejaban temblando.

Lejos quedan ya aquellos meses en los que cada vez que llamaba por teléfono el propio Walnuss se encargaba de aumentarme el saldo disponible; era maravilloso aquello de tengo 6,34€ de saldo, descuelgo, marco, oigo los pitos, hablo trece minutos, cuelgo, compruebo el saldo y ¡oh fortuna! los 6,34€ se han convertido en 7,89€. ¡Qué tiempos de generosidad!

Aquella generosidad duró poco, todo hay que decirlo, pero sirvió para que se creara entre nosotros una relación de confianza y respeto mutuo que dura hasta hoy. En estos dos años no tengo queja alguna, he recorrido pueblos grandes y pequeños, villas, aldeas, ciudades y burgos, y sólo al pasar alguna vez por un camino alejado de la civilización me ha abandonado su cobertura; y me conecto a internet desde el móvil con una facilidad asombrosa y por menos de lo que me costaría una chuchería de regaliz.

Pero oh misericordia, creo que he perdido el favor de mi señor, algo me ha hecho caer en desgracia ante sus ojos, su protección se desvanece y los hados ya no están de mi parte como al principio. En breves fechas parto a la conquista del mediterráneo oriental, y después de consultar con cuatro emisarios distintos, que a su vez me ofrecieron cuatro informaciones distintas y en ocasiones contradictorias, parece que la desgracia se confirma. Hace escasas fechas recibí un mensaje oficial del embajador de Ioiggo en estas tierras que viene a corroborar mis sospechas.
Hola,
Hemos recibido tu e-mail en el que nos pedías información sobre servicios. Y aquí la tienes.
Yoigo no dispone del servicio que en estos momentos nos solicitas, pero tendremos tu petición en cuenta.
También te recordamos nuestras tarifas, sencillas y baratas, bla, bla, bla, bla, bla, bla...
Gracias por tu interés,
Atención al Cliente- YOIGO.
Y encima ponen Ioiggo con «Y» y se dejan una «g», esta gente...

¿Qué hago? ¿Me busco un empleo a tiempo parcial con Fleurtinant de l'Orange? ¿Tiro de cabina como cuando participé en la conquista de Worthing? ¿Sobreviviría a una semana aislado en el mediterráneo?

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Quizá haya algún tesoro / muy dentro de mi entraña. / ¡Quién sabe si yo tengo / diamante en mi montaña / o tan sólo un pequeño pedazo de carbón! / Los árboles del bosque de mi isla / sois vosotros, mis versos.

Salen los niños alegres / de la escuela, / poniendo en el aire tibio / de abril canciones tiernas. / ¡Qué alegría tiene el hondo / silencio de la calleja! / Un silencio hecho pedazos / por risas de plata nueva.


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