July 05, 2007
Por escribir sus nombres
Ya dije que estos días no tenía nada mejor que hacer que leer. Nada más comer, aunque a veces me vencían cinco minutos de sueño, antes de sacar al perro, en cuanto todo se quedaba en silencio, abría y me sumergía en las páginas de Por escribir sus nombres, la primera novela de Víctor Juan.
Me metía de lleno en las vidas de Ramón Acín y de Concha Monrás, en la historia de amor de Palmira Plá y Paco Ponzán, volvía a recorrer caminos por los que he pasado últimamente.
Historias de maestros y de alumnos, de gente buena cuya mayor aspiración era crear un mundo más justo y que vieron como la Guerra Civil acababa no sólo con sus proyectos sino también con sus vidas.
Dos frases sacadas de contexto:
libros
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Me metía de lleno en las vidas de Ramón Acín y de Concha Monrás, en la historia de amor de Palmira Plá y Paco Ponzán, volvía a recorrer caminos por los que he pasado últimamente.
Historias de maestros y de alumnos, de gente buena cuya mayor aspiración era crear un mundo más justo y que vieron como la Guerra Civil acababa no sólo con sus proyectos sino también con sus vidas.
Dos frases sacadas de contexto:
Me muero de ganas de terminar las clases y me entristece un poco hacerlo.
No dejó de mirar a Conchita ni un instante, a pesar de los golpes, a pesar de los insultos. La miraba como si ella pudiera leer su mirada y él pensaba que nunca la había amado tanto.Es recomendable, ameno, entretenido... aunque por desgracia, el final se intuye. Las guerras nunca acaban bien.
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Comentarios:
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De Ramón Acín no sé qué me gusta más: sus esculturas en chapa o el nombre que puso a una de sus hijas (Katia).
("Frivolités", ya ves, al lado de lo terrible de su muerte junto a su mujer.)
Bien orgullosos tienen que estar los oscenses de tener alguien así en su Historia reciente.
("Frivolités", ya ves, al lado de lo terrible de su muerte junto a su mujer.)
Bien orgullosos tienen que estar los oscenses de tener alguien así en su Historia reciente.
Las hijas del Cid: Elvira y Sol. "Sol era nombre frencuente en el siglo XI" (lo dice Colin Smith, en su edición del Poema de Mio Cid).
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Quizá haya algún tesoro / muy dentro de mi entraña. / ¡Quién sabe si yo tengo / diamante en mi montaña / o tan sólo un pequeño pedazo de carbón! / Los árboles del bosque de mi isla / sois vosotros, mis versos.
Salen los niños alegres / de la escuela, / poniendo en el aire tibio / de abril canciones tiernas. / ¡Qué alegría tiene el hondo / silencio de la calleja! / Un silencio hecho pedazos / por risas de plata nueva.